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¿Cómo, Cuánto, Cuándo?

Para que los propósitos se cumplan necesitas responder primero éstas preguntas: Cómo, cuánto, cuándo, beneficio.

Cada año me contactan varias personas para decirme que este año tienen como propósito ordenar su empresa, llevan varios años comentándome lo mismo.

Ese el problema, que solo lo comentan, es decir, solo tienen definido el qué.

Como el clásico, este año haré ejercicio bajaré de peso. Buena idea, por supuesto, pero nunca ocurre.

La razón principal es que cuando se define el propósito, no se analizan sus implicaciones y tampoco sus beneficios.

Entonces los problemas del día a día te distraen, o bien, te abrumas por todo lo que tienes que cambiar y mejor te quedas como estás, al cabo “no estoy tan pior”.

¿Cómo?

Esta es la pregunta más importante, sus respuestas te darán una visibilidad completa que te permitirá responder las siguientes dos preguntas: Cuánto y Cuándo.

En una ocasión fui con una nutrióloga, bueno más bien me mandó mi esposa. Y la nutrióloga me preguntó: “¿Cuál es tu objetivo?”. Yo no sabía ni cuánto pesaba, mucho menos cuánto necesitaba pesar.

Entonces respondí: Quiero tener un peso saludable.

Acto seguido, la nutrióloga me explicó cómo bajar la panza. Siguiendo la dieta bajaría gradualmente de peso y en algún momento lo complementaría con ejercicio.

La dieta especificaba la combinación de alimentos, la frecuencia y las cosas que no podía comer.

Al revisar la lista de ingredientes, todo eran cosas bastante normales, fáciles de conseguir.

Lo que más me motivó no fue solamente bajar la panza, sino el impacto que esto tendría en mi salud a largo plazo.

De la misma manera, para un lograr un propósito de negocio, necesitas definir qué cosas hacer y cuáles tienes que evitar.

¿Cuánto?

Esta fue mi siguiente pregunta a la nutrióloga, cuánto esfuerzo implicaba la dieta en términos de tiempo, dinero y esfuerzo.

Tiempo, además de las tres comidas, iba a comer 2 refrigerios. Entonces aquí no había tema. Porque siempre he tenido la costumbre de comer todos los días.

Dinero, había que considerar el precio de las consultas, que son semanales y se mantendrían hasta lograr el peso ideal más un par de sesiones para evitar el rebote. En el caso de la comida, realmente no cambiaba mucho el presupuesto. La inversión total valía la pena y podía hacerla.

Esfuerzo. La doctora me comentó que las primeras dos semanas serían las más difíciles, me habló también de los retos de asistir a las fiestas, qué hacer en los viajes, la importancia de ser constante y no romper la dieta. Esta parte sí implicaba un tema importante, con el que sabia tenía que esforzarme.

Teniendo las tres variables definidas, llegó la hora de la siguiente pregunta.

¿Cuándo?

“¿Doctora, más o menos para cuándo voy a bajar la panza?”

Doctora: “Siguiendo el programa al pie de la letra máximo en seis meses.”

Hizo énfasis en seguir el programa al pie de la letra. Porque el tema de bajar de peso tiene que ver con cambiar el ritmo de nuestro metabolismo, entonces si en la semana dos te comes dos órdenes de tacos, rompes el cambio de ritmo y vuelves a empezar.

Para ayudarme a ver el avance, en las consultas semanales se actualizarían tres indicadores: Peso, masa corporal, medida de cintura (de panza).

Momento de la Verdad

En este momento de la consulta inicial, tuve el cuadro completo.

De entrada supe que tenía que bajar 16 kilos para estar saludable.

Para lograrlo tendría que modificar mi dieta, para cambiar el ritmo de mi metabolismo y eliminar grasa gradualmente, por supuesto había una lista de lo que no podría comer.

Podía cubrir la inversión en tiempo, dinero y esfuerzo. El tiempo de comer solamente lechuga no me pareció tanto, el presupuesto lo podía cubrir y confiaba en mi fuerza de voluntad.

En realidad lo más importante fue analizar el costo / beneficio.

El sobrepeso te hace propenso a muchas enfermedades que afectan gravemente: Tu salud, tus posibilidades de trabajar y estar con tu familia. Por supuesto, sale carísimo.

Como el beneficio de estar en mi peso (ahora ya sabía cuál era) era inmensamente mayor al esfuerzo que implicaba, no había más que pensar.

En la empresa, el Desmadre Operativo, es como la obesidad, en la nómina provoca que más del 50% de lo que pagas se desperdicie por retrabajos, urgencias y bomberazos. Afecta también en las ventas, la relación con tus clientes y tu tranquilidad.

Manos a la obra

Así es que empecé con la dieta inmediatamente.

Las primeras dos semanas no fueron difíciles, como dijo la doctora, fueron súper difíciles, porque no es lo mismo comer zanahoria que comer pan dulce.

En la consulta de la primera semana, la doctora me explicó que los indicadores se verían muy parecidos por estar en el período de adaptación, qué bueno que me dijo antes de verlos, porque si no me hubiera puesto triste.

Para la segunda semana, ya había bajado un par de kilos, la lonja algunos centímetros y la masa corporal se redujo un punto.

A partir de la tercera semana, me empecé a sentir muy bien, con más energía, además ya me estaba acostumbrando a la dieta. Sobreviví exitosamente algunas carnes asadas y mi cinturón ya no se me marcaba en la lonja.

El resumen es que en 3 meses bajé 16 kilos y para el cuarto mes ya estaba en mi peso ideal.

Sin embargo, lo más importante fue el cambio de hábitos, que me ha permitido mantener mi peso luego de muchos años. Sigo usando la misma talla de pantalón.

Si no era tan difícil

Algunos amigos me preguntaron cómo le había hecho, entonces les explicaba esto mismo que acabo de escribir.

“Pero si esta bien fácil, para qué necesitabas ir con la Doctora”.

Primero, porque no siquiera sabía cuál era mi peso ideal.

Segundo y más importante, si supiera hacerlo, ya lo habría hecho. Pero no sabía, por eso fui con la Doctora, para que me guiara.

Los beneficios han sido muchísimos, no solo relacionados directamente con mi salud, sino también con la posibilidad de seguir haciendo las cosas que me gustan, como salir de viaje, hacer ejercicio, disfrutar más la comida.

Solo hubo un costo que no tenía considerado, el cambio de ropa. Porque cuando bajé de peso todo me quedaba grande.

Largo plazo todos los días

“Para que estar flaco, mejor hay que disfrutar la comida, porque de algo nos vamos a morir”.

Esto me lo siguen diciendo algunos amigos, curiosamente los más panzones.

Por cierto, sigo disfrutando las carnes asadas, como pastel, garnachas y botanas.

La diferencia es que no como eso todos los días, porque no lo necesito diariamente, entonces cuando lo como, lo disfruto más.

El tema de estar en tu peso ideal, es un tema de salud a largo plazo, cuando cuidas tu cuerpecito de sololoy, puedes disfrutar más la vida y aportar más a las personas que te rodean.

Aportar más tiempo de calidad, más enfoque, más apoyo.

Tengo la fortuna de conocer muchas personas de más de 70 años, grandes amigos, que se mantienen en forma por sus buenos hábitos y siguen disfrutando todas las cosas que les gustan, porque tienen excelente salud.

¿Cómo lo han logrado? Con buenos hábitos diarios. Un día a la vez.

Eso es lo que me ha mantenido en mi peso. Lo hábitos diarios. Que por cierto no me representan ningún esfuerzo, porque ya estoy acostumbrado.

Tampoco es que esté pesándome o midiéndome todos los días. Simplemente me enfoco en los hábitos diarios, porque el presente cuida el futuro.

Lo mismo en tu empresa, no se trata de resolver una situación y ya no hacer nada más, se trata de cambiar hábitos para resolver una situación y mantenerla controlada.

Para eliminar el desmadre operativo, necesitas un esfuerzo inicial y generar hábitos diarios que lo mantengan alejado.

Solo los propósitos que conviertas en hábitos, se cumplirán.

Así es que te recomiendo analizar tu lista de propósitos, responde para cada uno de ellos estás preguntas: Cómo, Cuánto, Cuándo, Beneficio.

Quédate solamente con dos o tres que valgan la pena, así podrás enfocarte y sacarlos adelante.

Querido Dueño, enfoca tus propósitos en aprovechar más lo que ya tienes, cambiando de hábitos.

Me dará mucho gusto ayudarte a cumplir tu propósito de eliminar el desmadre operativo, puedes agendar reunión en esta liga.

Recuerda: Convierte tu propósito en hábito.