No permitas que el desmadre operativo, afecte el amor que le tienes a tu empresa. Sé que estás harto de: apagar fuegos, resolver problemas, lidiar con gente sin compromiso, pelear con los flujos.
Sin embargo, recuerda que no siempre fue así. Hubo un tiempo donde tomaste la decisión de iniciar tu empresa, empezaste desde cero, con todas las ganas del mundo.
Con la emoción de lo que podías lograr, el miedo de no saber cómo hacerlo y la convicción de que lo lograrías.
Llegó la primera victoria, la primera vez que cayó dinero en la cuenta, producto de la primera venta entregada. Tu corazón lleno de emoción.
Esa primera victoria te llenó de energía y poco a poco, todos los días aparecían más victorias, más ventas, más energía.
Rentaste una oficina, contrataste tu primer colaborador. Llegar en la mañana a tu oficina, vacía en ese momento, con espacio para crecer, te hacia sentir emocionado y muy ilusionado.
Al mismo tiempo, estas victorias se reflejaban en tu vida personal, pues las compartías con tu familia, podías tener pequeños festejos de cada victoria y de repente festejos más grandes.
De tu empresa salía para pagar todo: Colegiaturas, casa, vacaciones, uno que otro gustillo, viajes.
En la primera posada de tu empresa, te diste cuenta de todas las personas que estaban celebrando, con sus parejas, platicando de sus planes, planeando la navidad. Sentiste una profunda emoción porque caíste en cuenta de que tu empresa generaba los empleos, para que esas personas pudieran llevar el pan a su mesa y construir su vida.
De repente, un día, que tal vez no recuerdes, tu empresa comenzó a pesarte.
Aunque seguían las victorias, los problemas siempre eran más. Te convertiste en un bombero, todos te buscaban para apagar fuegos. Incluso dejaste de salir a vender y hacer cosas que antes te gustaban.
Hoy te preguntas ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Por qué no puedo crecer más?
Es abrumador, frustrante, triste y sí, te cae gorda tu empresa, la quieres, pero te cae gorda.
Tu empresa está en la edad de la choca, es decir, en la adolescencia.
Así como las personas, la empresas pasan por: Recién nacida, infancia, adolescencia, madurez.
Recuerda cuando tú eras adolescente: espinillas, voz cambiando, pantalones de brincacharcos, carácter disparejo. Tus papás, la vida y la naturaleza, se encargaron de desarrollarte para llegar al inicio de la madurez y a partir de ahí convertirte en quien eres hoy.
En el caso de las empresas, el dueño es el encargado de llevarlas a través de cada etapa. Desde recién nacida hasta la madurez.
La adolescencia es la etapa más difícil para el dueño, porque tiene que ajustar todo lo que ya tiene para poder pasar a la madurez.
El principal ajuste está en ti, dueño, tienes que recalibrar la forma en que diriges, pasando de una dirección por memoria a una dirección basada en: Propósito claro, reglas del juego, métricas y mucho entrenamiento.
Es una excelente noticia, porque ya tienes todo lo que necesitas. Lo más difícil ya lo hiciste. El siguiente paso es mucho más fácil de lo que crees, laborioso sí, pero no tanto como empezar una empresa desde cero.
Felicidades por esta enorme VICTORIA: llevaste tu empresa al inicio de la mejor etapa: La madurez.
Las cosas que hoy te molestan, son la base sobre la que construirás todo lo que viene. Es como si empezaras de nuevo, pero lleno de experiencia, recursos y clientes.
Tu empresa ya está lista para despegar, solo necesita que su dueño, tú, ponga en blanco y negro cómo debe funcionar en la madurez.
Me dará mucho gusto hacer equipo contigo, para llevar tu empresa de la adolescencia a la madurez.
Aprovecho para invitarte al taller: 3 herramientas para eliminar el desmadre operativo. Donde aprenderás herramientas prácticas de aplicación inmediata para comenzar a ordenar tu empresa y volver a enamorarte de ella.
Te invito a agendar una Sesión Antidesmadre, en esta liga.
Recuerda: Tu empresa, tu gran VICTORIA.
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